lunes, 22 de noviembre de 2010

Las tres derrotas

El siguiente es un pasaje del libro "Crónica de un país bárbaro". Es sobre la ultima batalla de Chihuahua en la invasión norteamericana de 1847.  Espero les agrade la narrativa de Fernando Jordan.

.... al enterarse (el Gobernador Ángel Trías) de la tragedia de Chapultepec y de la total derrota, hace el anuncio a Chihuahua en un manifiesto amargo y cargado de reproches:
"Chihuahuenses: la ira de Dios ha caído sobre la cabeza de nuestra Nación. El odiado pabellón de las estrella (la bandera Norteamericana) flamea ya en el palacio de los Moctezumas y cubre de negra sombra a la mas grande y hermosa de nuestras ciudades. La ciudad de México esta en poder de los Norteamericanos. Pero lo esta por que así lo había escrito el dedo de Dios; porque teníamos un gran crimen que expiar; por que cuando el enemigo profanaba ya nuestro territorio, recorría nuestros campos y se apoderaba de nuestras ciudades, la inmensa mayoría de los mexicanos tomaba sus triunfos con indiferencia y no tomaba en la lucha la parte que le correspondía; por que, en fin, mientras el incendiaba Veracruz, los mexicanos se asesinaban en las calles de México..."
Aunque sombrío, Trías no es un derrotista. Su carácter resiste todas las adversidades, por graves que sean. En plena derrota y total invasión, Trías sigue luchando por unir y fortalecer a su pueblo. México esta en espera de las condiciones de paz y Chihuahua por tanto no conoce su destino cercano. Trías hace caso omiso de esto y se ocupa de expedir una nueva Constitución, dicta ordenes para impulsar la educación y propiciar el progreso del Estado. Sin importarle la presencia cercana de los norteamericanos, organiza un pequeño ejercito y acumula recursos, bien pocos dadas las condiciones económicas generales. Su actividad es previsora. Se han firmado ya los tratados de Guadalupe y esta apunto de ratificarlos el senado Norteamericano, cuando Price, inopinadamente, se lanza desde El Paso sobre Chihuahua. Trías, enterado inmediatamente, le advierte que la paz esta firmada, pero Price simula ignorancia. Es un acto de perfidia incomprensible, una verdadera felonía. A esto, Trías solo puede responder con un valor desesperado.

El gobernador convoca a la guardia nacional, monta una caravana de guerra que ni siquiera cuenta con suficientes animales de tiro para la artillería, y sale a toda prisa hacia el sur, buscando el apoyo de las fortificaciones aquellas que se construyeran en santa Rosalia. Price lo alcanza al poco andar, en Santa Cruz de Rosales, el pueblo del conchos rodeado por un bosquecillo de álamos. Es el martes de carnaval de 1848. Acosado, Trias se encierra en el pueblo y se prepara para la defensa. Tiene 400 hombres, y días después le llegara un refuerzo de 300 mas. Pero Price, afuera, tiene 1,500 soldados perfectamente pertrechados y una buena batería de artillería ligera.

El 9 de marzo, Trías consigue entrevistarse con Price y en la conferencia le reclama el cumplimiento de la paz acordada por los tratados de Guadalupe Hidalgo. Price asegura que no tiene conocimiento oficial y le conmina a rendirse. Trías se niega y Price inicia el asedio del pueblo. Permite salir a las familias, pero prohíbe que entren víveres a los sitiados.

Como no hay probabilidades de rendición, Price ordena el cañoneo de la plaza. Se inicia a las 8 de la mañana del 18 de marzo. Trías responde con el fuego de sus cañones. La lluvia de granadas dura 4 horas. A las 12, Price dispone el asalto.

Ocho horas resiste Trías la carga de la infantería, taponando con los cuerpos de sus soldados las horadaciones de la metralla por donde quieren colarse los soldados de Price. Al oscurecerse, tiene que rendirse, como era de esperarse, pero al menos con el consuelo del heroísmo de sus hombres. Como bien dice un relator de la época, el honor perdido en Sacramento se recupero en Rosales. Y es que Trías estaba solo con sus chihuahuenses. No estaba presente ninguno de los generales de Santa Anna.

Este fue el epilogo de la lucha por la libertad que libro Chihuahua. No hubo mas batallas contra Estados Unidos, pero de esas tres derrotas, Chihuahua aprendió que era necesario recobrar la habilidad en el manejo de las armas y despertar el sentido de la defensa. A partir de la derrota de Rosales, los chihuahuenses no volvieron a creer en el beneficio de un espíritu pacifista. Cara pagaron la lección, pero, hasta la fecha, parece que no la han olvidado.




1 comentario:

  1. Hermoso libro, mucho muy ameno. Recomiendo que todo chihuahuense deba leerlo en lugar de la literatura comercial de los "Libros Condensados" de Selecciones (que nunca publican nada de algún autor latinoamericano).

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